martes, 29 de abril de 2008

Tema del mes


El humo blanco del desacuerdo
Cuando el humo blanco brota de la chimenea del Vaticano, anuncia la buena nueva de que fue elegido un nuevo Papa, tras arribarse a un acuerdo entre los Obispos reunidos en secreto cónclave.
Sin embargo no todo humo blanco significa acuerdo, por lo menos para los habitantes de estas latitudes. La masa blanco que nos invadió a mediados de mes y se aquerenció en la Capital Federal, la Capital de la Provincia y zonas circundantes, levantó las más diversas polémicas y cada sector intentó llevar agua para su molino.
Pero sin lugar a dudas, el mayor de los problemas es que esa osada masa de humo emanada de la quema de pastizales de las islas del partido de Zárate y las islas entrerrianas, tuvo el atrevimiento de cruzar la General Paz e instalarse en el feudo porteño para hacer picar algunas gargantas o enrojecer ojos de esos argentinos que están acostumbrados a respirar aire puro en su cotidiano desenvolvimiento. Y no tardaron de poner el grito en el cielo.
Ese humo que sorprendió a todos, llegó y permaneció por mucho tiempo entre nosotros, acortando la visibilidad, merced a condiciones climatológicas especiales, que lo mantuvieron a ras del piso. Pero ojo, esta vez llegó a la Capital Federal, pero la quema de pastizales es tan añeja como las islas, por más que esté prohibida esta práctica.
Por supuesto que deben ser penalizados los responsables, pero igual pena le cabría a quienes están obligados a controlar o impedir estas quemas y no lo han hecho jamás. Los que estamos habituados a transitar por la ruta 12, la Isla Talavera comprendida entre los dos puentes del Complejo Zárate-Brazo Largo, vemos con frecuencia en esta estación, como extensiones de pastos secos se consumen por el poder de las llamas, muchas veces amenazando el tendido de la línea de energía que viene de la represa de Salto Grande, pero eso en Capital Federal no importa.
Hasta mediados de abril, nadie se había rasgado las vestiduras por estos hechos. Claro, no había llegado a Buenos Aires. ¡Como ahora, los elegantes tapados lucidos en París iban a oler a "rancho"!.
Y desde el Gobierno se intentó meter presión a la gente de campo, tratando de usar el tema del humo. Sin empacho, las autoridades salieron a decir que la quemazón obedecía al afán sojero de los productores, que tratan de incrementar la superficie sembrada, transfiriendo campos de pastoreo a la práctica agrícola. Claro, la pulseada Campo-Gobierno no está resuelta y si no se accede a las pretensiones de los productores, en mayo habrá otra vez cortes de ruta. Entonces, bueno es echarles la culpa del humo para que el ciudadano común, que apareció a favor del campo en la primera pulseada, ahora se pase para el bando opuesto.
El gobierno también puso sobre el tapete de la acusación, las muertes ocurridas en las rutas, producto del humo. Si bien es un hecho lamentable y doloroso, habría que recordar dos cosas. En Semana Santa también hubo muertos bajo condiciones óptimas de circulación, en rutas no aptas para absorber el tránsito actual y mucho menos a la velocidad que se transita. Y además, en estas condiciones adversas, las autoridades competentes pecaron de inacción porque se debió asumir el cierre de las rutas en forma inmediata y no presionados por el luctuoso saldo de los accidentes registrados.
No en vano el titular de la Fundación para la Defensa del Medio Ambiente (FUNAM) Raúl Montenegro denunció a la secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable Romina Picolotti por "incumplimiento de los deberes de funcionario público" a raíz de la tardanza en implementar el Plan Nacional de Manejo del fuego. Según estimó debió actuar a principios de abril cuando los focos eran controlables y no cuando el desastre había adquirido magnitudes incontrolables.
Vaqueanos dijeron que la quema se debe a la eliminación de los pastos secos por el sol del verano, y que permite el crecimiento de brotes tiernos para el invierno. La zona afectada, de campos bajos, algunos de los cuales son fiscales y son arrendados a productores, fue en parte la misma que en el 2007, a esta altura del año estaba bajo agua y se debieron evacuar el ganado en barcazas, que no dieron abasto y en muchos casos llegaron tarde, provocándose la perdida de muchas cabezas de ganado, con la consiguiente pérdida económica del productor.
Y en la tele, muchos improvisados comenzaron a tocar de oído. Una conductora muy informal dijo una mañana: "Y ahora como vamos a reclamar a los uruguayos por la contaminación de las papeleras". Fue un centro para los de la vecina orilla que replicaron "el humo es peor que cinco papeleras juntas".
Claro, pero lo que no dicen, es que el humo que les llegó es una contaminación esporádica, en cambio las papeleras se perpetuarán en el tiempo y vaya a saber Dios con que consecuencias.
Pero mientras en algunas escuelas se suspendieron las clases a causa del humo y desde los medios oficiales se recomendaba no hacer deportes en lugares abiertos, durante el tercer fin de semana de abril se jugó en forma íntegra la undécima fecha del campeonato local. Seguramente, los jugadores son inmunes a los efectos del humo, por más que la Bombonera y el Estadio Único hayan estado en medio de las tinieblas. ¿O será que en nuestro país el negocio está por sobre la salud?
Muchos anduvieron con barbijos. Varios debieron modificar sus hábitos de mala gana, pero otros se lo tomaron en solfa. Lo cierto que en este siglo XXI las cosas vienen salpicaditas para tener de que hablar: inundaciones, anegamientos, tornados, piedras y ahora humo. Se hacen apuestas sobre lo que nos espera ahora.

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