domingo, 27 de diciembre de 2009

Logro de la familia Ctibor


Abrió en Ringuelet el primer

museo de ladrillos de la Argentina

Sobre el cierre de la última edición, fue inaugurado en Ringuelet, el Museo del Ladrillo, que funciona en la antigua casona administrativa de la empresa familiar Ctibor, en 514 entre los caminos Centenario y Belgrano. La tercera y cuarta generaciones del clan creó una fundación y logró reunir la obra del fundador, Francisco Ctibor, quien en 1905 abrió las puertas de la fábrica que desparramó el suelo de Ringuelet moldeado, por distintos puntos del país.

Jorge Antonio Ctibor, actual presidente de la compañía, junto al resto de la familia, abrió las puertas de la casona el viernes 27 de noviembre luego de un ardua trabajo de selección de material y de la ambientación de las distintas salas del museo. Revista Tiempo hace dos años dio cuenta de este proyecto cuando se comenzaba a dar los primeros pasos en la organización, luego de concluida la remodelación de la vieja casona.

Desde hace más de un siglo, los Ctibor mantienen en pie una de las pocas firmas centenarias de la industria nacional que están en manos de los mismos dueños desde su creación. El intendente Pablo Bruera fue uno de los que dijeron presente en el evento y brindó unas palabras en reconocimiento de la fábrica.

El museo fue construido con material histórico recuperado de las distintas etapas por las que pasó la empresa. Pueden verse ladrillos y máquinas de todas las décadas.

Si bien se mantuvo la estructura de la casa administrativa, los impulsores crearon un salón auditorio y uno de múltiples funciones. Sobre la entrada, además, se plantó el "Patio de Máquinas", donde permanecen los elementos con los que se realizaba la fabricación del producto.

Una de las oficinas de la vieja casona fue utilizada para mostrar la variada oferta de ladrillos. Allí se pueden verse macizos, aplanados, secados al sol, perforados y huecos. Todos, elaborados a lo largo del siglo.

También fueron donadas varias piezas y, en el museo permanecen algunas partes del Faro del Cabo Blanco, cimientos del antiguo estadio del Club Estudiantes de la Plata y ladrillos de casas construidas por habitantes de la ciudad.

La empresa se originó en 1905, cuando Francisco Ctibor llegó al país desde la República Checa para instalarse y comenzar una nueva vida.

Tras ganar una licitación internacional para construir los desagües pluviales de la ciudad, comenzó a gestar la fábrica de ladrillos que llegó a demandar más de 250 empleados extranjeros.

El abastecimiento de ladrillos que necesitaría para la construcción del conducto maestro que correría por debajo de la avenida 66 hasta el Río de La Plata, llevó a Ctibor a comprar en 1905 una pequeña fábrica, que se había instalado en Ringuelet para proveer de ladrillos a la nueva capital provincial.

En 1998, la fábrica se trasladó al Parque Industrial de La Plata (en el Km. 55 de la Ruta 2), con el fin de ampliar y reformar las tecnologías de producción. Allí, se levantó una planta industrial dedicada a la producción de ladrillo hueco, sobre un predio de más de cinco hectáreas.

La empresa Ctibor fue la principal fuente de materia prima para la creación de obras como la catedral de La Plata, importantes edificios públicos del país, las bóvedas de los primeros subterráneos de Buenos Aires y el faro de Puerto Deseado, en Santa Cruz, además de los típicos edificios de Puerto Madero, entre otros.

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