lunes, 28 de junio de 2010

Alberto Suárez y familia



Desde 1981 junto a los tolosanos

El Salón masculino Alberto Suárez e hijo (522 Nº 1316, entre 8 y 9) cumple en este mes de julio su aniversario número veintinueve, evento que se transforma en la ocasión perfecta para conocer con más profundidad la historia de vida de uno de los personajes más emblemáticos de Tolosa.

Nacido en la localidad de Mechongué, partido de Miramar, Alberto llegó a La Plata en 1965 junto a su esposa e hijo mayor. Si bien trabajó varios años en la fábrica de plásticos Cozzuol, la peluquería se asomaba en su horizonte: “Me gustaba y lo hacía cuando trabajaba en el campo, empecé como un hobbie, como para tener algo más el día de mañana”, confiesa en tono calmado.

Durante 1970 Alberto empezó a estudiar la carrera, para casi una década después elegir dedicarse de lleno a esta actividad. Su primer local estuvo en 7 entre 521 bis y 522, más tarde se estableció en 7 y 522, y en 520 entre 6 y 7 inauguró una peluquería. Como una de las tantas anécdotas que posee, recuerda que el 9 de julio hizo la inauguración de su salón, y a las ocho de la mañana del día siguiente ya estaba atendiendo. “Es uno de los negocios más viejos del barrio. Hay gente que siempre se atiende acá, hay clientes que son la cuarta generación de una familia; además hay personas que se mudan de barrio y siguen manteniendo a su peluquero”, manifiesta orgulloso.

Tanto él como su esposa, apodada Chiquita, y sus dos hijos, Alberto y Martín viven del local. Ella es también estilista, y atiende a domicilio cuando la ocasión amerita; el mayor por su parte trabaja hace veintisiete años en el rubro, mientras que su hermano a pesar de dedicarse a los karaokes y el diseño, concurre cada sábado al local.

Para este hombre de sesenta y siete años resultó inesperado haber logrado tanto con su profesión, hecho que lo tiene por demás satisfecho. Se conformó en su núcleo familiar una generación de peluqueros, la cual se extiende asimismo hacia algunas sobrinas que quisieron aprender el oficio cuando lo veían trabajar. “Eso fue una cosa muy linda, me acuerdo cuando me decían que querían aprender peluquería, aunque yo no les enseñé les di unas herramientas para empezar”, recuerda emocionado quien además es dueño de una academia, donde enseña dos veces a la semana a sus alumnos, luego del horario de atención.

Los jóvenes que allí concurren aprenden las nociones básicas de la profesión, la cual se dicta por pasos, que se extienden del primero al sexto. Suárez cuenta con fotocopias de dichas etapas, y cabezas de enseñanza que son las muñecas para practicar. Los cinco jóvenes que concurren actualmente trabajan con las herramientas y aprenden a empuñarlas, puesto que cada una de ellas tiene una posición.

Otro de los pasatiempos de Alberto consiste en integrar desde hace siete años la agrupación tradicionalista Estancia Grande, ubicada en City Bell. Acostumbraba a desfilar por diversos sitios los días de fiesta y fortines, aunque tuvo la mala suerte de que su caballo fuese robado de su propio predio. Por tal razón es que dejó de lado los desfiles, para transformarse en espectador.

Al momento de hablar de Tolosa, Alberto dice tener los mejores recuerdos del barrio. “Somos muy vinculados con el lugar, a cualquier sitio que vamos, nos saludan y conocen, también por el hecho que hemos atendido a muchos comerciantes y gente que viene de otro lado”, comenta quien posee el sobrenombre del pueblo que lo vio nacer.

Muchos hombres concurren a diario al Salón masculino de Alberto, algunos son profesionales, otros no, van en auto o en bicicleta. Al respecto él emite una buena reflexión, que da cuenta de solidaridad y compañerismo: “Para nosotros somos todos iguales, nadie es mejor que nadie. Cuando vienen acá los tratamos de la misma forma y se les ceba mate para que se sientan cómodos”, concluye.

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