domingo, 26 de diciembre de 2010

Tiempo de humor


¡Carajo…! Este año no vino Papá Noel.

Lo esperamos hasta último momento. Las luces del arbolito predían y apagaban, mientras las bengalas cruzaban la ventana de un lado para otro y los estruendos de la pirotecnia sacudían los vidrios.

Mientras las copas chocaban y los buenos augurios se cruzaban sin parar, de reojos miraba hacia la puerta, para ver si Papá Noel ya había descargado sus presentes navideños.

Las horas fueron pasando y la espera fue vana. No entendía los motivos por los cuales se cortó la racha…, después de tanto tiempo. De mi parte, estaba todo ok. Ameritaba su visita, así que empecé a buscar otras motivaciones.

Por ahí escuché, que pudo haber tenido un conflicto con los renos. Sabido es que están afiliados a distintos gremios y no admiten tirar del mismo trineo dos carnudos de distinto bando. Algo así como lo que pasa en las compañías aéreas que te dejan varado a la primera de cambio.

Dicen que papá Noel, ante esta adversidad, echó mano a la moto, pero debió esforzarse mucho para poder llenarle el tanque. Es que el desabastecimiento de combustible, lo hizo peregrinar por una y otra estación de servicio para poder equipar la máquina para afrontar el recorrido.

Pero cuando superó este conflicto, tropezó con otro. Las líneas estaban sobrecargadas y no había tarjeta de crédito que pudiera utilizarse y como efectivo no llevaba encima, salió a buscar a un cajero con efectivo, para poder hacer frente a las compras y tuvo que deambular por un montón de lugares hasta que por fin logró encontrarlo. Eso sí, después de casi tres horas de cola, pudo sacar un toquito de billetes de 100, pero de los que se imprimieron en Brasil.

Y ese fue otro problema. Ya con el traje rojo calzado, fue a hacer las compras y lo miraron con cara rara, lo dejaron esperando hasta que confirmaban la validez del billete, más parecido a los del juego del estanciero que a los circulantes.

Después de tantas peripecias, dicen que Papá Noel suspiró, pensando que solo tendría que repartir los regalos, pero se topó con un piquete en la Panamericana. Ni lerdo ni perezoso, dijo “me mando por la ruta 6”, pero no reparó en que la soñada autopista desde hace años no está terminada y no registra avance de obra, así que tuvo que ir cambiando de manos a cada rato. En un momento se sintió perdido y paró para echar mano a un GPS, pero no tuvo el recaudo que estaba en Los Cardales, con tal mala suerte que se le vinieron encima tres encapuchados, que le robaron todo lo que le llevaba.

Dicen que tal vez eran los Reyes Magos, así que por las dudas ahora voy lustrando los zapatitos y preparo agua para los camellos

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