viernes, 25 de abril de 2014

Dura realidad para el primer día de clases

Finalizó el paro docente y volvieron las clases, pero no para los alumnos de la Escuela Nº 30 “Teresa Pucciarelli”, ubicada en 15 entre 521 y 522. El lkunes 31, representó el reencuentro con un establecimiento educacional que cuenta con serios problemas estructurales, donde a menudo se corta la luz, los baños no tienen agua porque no funciona la bomba elevadora, la cocina se inunda por filtraciones y en muchas aulas y en el SUM hay goteras y cables sueltos. Las paredes húmedas están teñids de moho. Falta pintura, que es sinónimo de higiene. La lluvia del día anterior provocó filtraciones y desperfectos en el sistema eléctrico. Los padres están movilizados y reclaman urgentes soluciones. Lo alarmante es que la Escuela tenía previsto un plan de reparaciones propuesto a nivel oficial que iba a demandar el traslado de los alumnos hacia otro establecimiento de la zona, pero esos trabajos fueron suspendidos el 19 de febrero pasado. De acuerdo a datos que pudo recabar este medio, se llamaría a una nueva licitación para que se realicen las obras de infraestructura necesarias para que el edificio pueda ser utilizado para lo que fue concebido: dar clases. Un grupo de ex alumnos, preocupados por el estado de la Escuela que los cobijó y los formó, se reunieron en el establecimiento el sábado 29 con la intención de buscar la manera de “devolverle parte del cariño” recibido en el paso por esas aulas, pero chocaron con una realidad que supera sus posibilidades, aunque se mostraron dispuestos a no bajar los brazos. La historia recuerda que el edificio actual fue inaugurado el 12 de octubre de 1973, y los más memoriosos tienen presente que en los primeros años del establecimiento las aulas eran viejos tranvías que habían salido de servicio en la década del 60. Incluso, hay ex alumnos que aun recuerdan el himno que se compuso para cantarlo el día de la inauguración. Hace pocos años atrás, la Escuela Nº 30 cumplió 50 años y lo celebró con una gran fiesta, la cual fue reflejada por esta revista. Pero de la alegría, se pasó a la tristeza del pasado 2 de abril cuando el recordado temporal dejó maltrecha sus instalaciones. Allí aparecieron los ex alumnos para poner manos a la obra y ponerla en condiciones para su funcionamiento. Lástima de un ex alumno José Moreno, ex alumno, señalaba “Hace algún tiempo y después de muchos años me enteré que mi escuela cumplía 50 años. Me acerqué emocionado. Aquellos árboles que apenas nos pasaban en altura cuando jugábamos en el patio ahora superaban en varios metros el techo de la escuela, fue lo primero que me llamó la atención. En aquella oportunidad me encontré con muchos amigos de la infancia y con las maestras que me habían enseñado muchas cosas en esas aulas. Pero luego de que pasó la emoción del reencuentro caímos en la realidad de que nuestra escuela necesitaba de muchas cosas, arreglos, mano de obra, dinero y muchas ganas de ponerla linda como se merece estar. Por esos días me animé a acercarme a la Sra. Mónica, directora de la escuela en esos días, que en una charla recorriendo la escuela, me contó las carencias de esos pasillos donde corrimos cuando éramos chicos y de esas aulas donde aprendimos a crecer. Sinceramente estaba todo tan distinto, tan cambiado si lo comparaba con mi época que no me cayó nada bien y entre bronca y lástima me alejé de la escuela, me sentía impotente por no poder ayudar y enojado porque sentía que nadie hacía nada por evitar que todo se cayera a pedazos. Sentí lástima por esas paredes, por esas puertas, por esos baños. También pienso que fui injusto cuando pensé que a casi nadie le importaba mi escuela, pero yo tampoco hice nada y los días pasaron y todo quedó así, en nada. La inundación del 2 de abril del año pasado nos conmovió a todos, quien más, quien menos, si no se había inundado seguro tenía un familiar o algún amigo que había sufrido el desastre, de todos modos seguí sin pasar por la escuela. Pero hace un mes otra vez la Sra. Mónica relató nuevamente que las obras prometidas por el Ministerio no habían comenzado y que nuevamente este año sería muy duro para brindar la mínima garantía de que los chicos pudieran tener un año completo de clases debido a que aquellas filtraciones y deterioros varios se habían incrementado notablemente. Suelo quejarme bastante de la realidad que nos toca vivir en relación con las acciones de los políticos y gobernantes en general, sin importar demasiado de que color político sean, considero que nuestra escuela, nuestro barrio, nuestra ciudad, nuestro país deberían de estar mucho mejor de lo que la realidad nos muestra casa día, pero esta vez pensé que tal vez si nos juntábamos algunas personas, con algo de ganas podríamos hacer algo por nuestra querida escuela. Fue entonces cuando le pedía autorización a Mónica para convocar a una reunión en la cual nos dijera en qué podíamos ayudarla, a ella, a las maestras, a los chicos y por supuesto a la escuela. Después de casi un mes el día de la reunión llegó, estábamos allí, Mónica por supuesto, algunas de las maestras, dos mamás de alumnos que concurren hoy a la escuela y tres ex alumnos de mi época. Confieso que al principio pensé “Nadie!!” y me dije a mí mismo “Así no vamos a poder hacer mucho, a nadie le importa la escuela. Con el correr de los minutos recorrimos la escuela, recordamos algunos momentos de nuestra infancia y vimos el estado de las instalaciones, todo sigue igual, sin reparar, absolutamente nada fue arreglado, o casi, pero es casi lo mismo, nada se nota a la vista y lo poco que hay arreglado o pintado lo hicieron las mismas maestras poniendo su esfuerzo y su tiempo. Después de la recorrida Mónica nos contó toda la serie de reclamos que hizo durante los últimos tres años, sí leen bien, 3 años de reclamos sin resultados a la vista. Me costó pero creo que aprendí, me llevó todo el día tratar de entender las causas de tanto cambio, el por qué pasamos de un grupo de vecinos que levantan una escuela hace 50 años a un grupo de ex alumnos, madres y maestras que aunque quieran no pueden tocar absolutamente nada hoy. Viene de arriba, no podemos hacer nada, NADA!!! Ah!, algo sí podemos hacer, podemos ir a reclamar juntos, mucha gente, como se ve en la tele, todos juntos, con carteles, con pancartas, haciendo ruido, podemos ir a la puerta de un edificio muy grande a hacer ruido para ver si una Señora bien vestida o un Señor de riguroso traje se digna a escucharnos y se entera de una vez que en la calle 15 entre 521 y 522 de Tolosa, la Escuela 30 Teresa Pucciarelli se está cayendo a pedazos y que los 300 chicos que deben de empezar el ciclo lectivo 2014 dependen de que no llueva, de que no se corte la luz y de que a la bomba centrífuga que alimenta el tanque del baño de las maestras se le ocurra llenar el tanque de agua”.

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